Publicado por primera vez en 1932, La ciudad automática es un libro de culto, una referencia insoslayable de la literatura periodística del siglo XX. Con su habitual sentido del humor y su facilidad por convertir la anécdota en categoría filosófica, Julio Camba realiza en estas páginas uno de los homenajes más hermosos que se han tributado nunca a la ciudad de Nueva York.
Recuperado hoy para el lector español es a la vez un motivo de júbilo y un acto de justicia poética.
Decía un poeta español que, en Nueva York, las estrellas le parecían anuncios luminosos. A mí, en cambio, los anuncios luminosos me parecen estrellas, y Nueva York es, en mi concepto, una ciudad romántica, no a pesar de su brutalidad y de su codicia, sino por ellas precisamente.»
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