Las leyendas del pasado y el nombre mítico de Samarcanda han guiado a la mayoría de los visitantes a Uzbekistán. En espacios infinitos de estepa y desierto, en montañas con picos aún vírgenes o a orillas de un mar desaparecido, el viajero, invitado a compartir el té con un pastor de ovejas bajo su yurta, con un bordador de sedas o alfombras, un buscador de oro o un antiguo pescador, vivirá en esta ocasión una experiencia inolvidable e infinitamente enriquecedora. Uzbekistán, mosaico geográfico de fértiles valles, montañas y vastos desiertos, debe su carácter único a las turbulencias de su historia, que han hecho de Asia Central una encrucijada de civilizaciones. Desde el imperio de Alejandro Magno hasta el de los zares, pasando por Gengis Khan y Tamerlán, Uzbekistán ha sido testigo del nacimiento, la confrontación, la cohabitación o la muerte de los mayores imperios.
Uzbekistán es un destino en constante crecimiento que hay que visitar ya si se quiere disfrutar de su autenticidad, de su gastronomía y, principalmente, de la hospitalidad de sus gentes antes de que sea demasiado tarde y apenas se diferencie de otros lugares.
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