Aunque algunos no sean muy conscientes de ello, todos tenemos una banda sonora
que acompaña nuestra vida. La música llena nuestras soledades, nos relaja, nos
anima, nos ayuda a recordar, marca puntos importantes de nuestra historia personal
y nos hace más llevadera la existencia. Y todo eso lo hace de manera muy personal,
cada uno es un mundo, y la música que a ciertas personas fascina, a otros molesta; la
que unos consideran obra maestra otros la califican de ruido o de muermo, la que a
unos saca a bailar automáticamente, a otros les deja indiferentes en el asiento. Así
de especiales somos. Pero, lo que está bastante claro es que la música es el lenguaje
más universal, el que nos comunica aunque nuestro idioma sea diferente, el que
todos entendemos y con el que todos vibramos de una u otra manera, incluso los
sordos. No es fácil concebir la vida sin la música.
Rebuscando en su memoria las piezas que les han marcado, las letras que les han
hecho reflexionar o enamorarse, las voces y las notas que han llenado sus espacios
más íntimos, los músicos que han interpretado mejor sus gustos musicales, etc., nace
esta antología donde se muestran los relatos de cuarenta y cuatro escritores, mujeres
y hombres de todas las edades, que han nacido o vivido en cualquier lugar del
mundo, con trayectorias literarias muy diferentes; formando un grupo tan armónico
como disonante, un conjunto musical casi tan numeroso como una orquesta
sinfónica, pero con un único instrumento para interpretar la partitura: la narrativa,
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