Ámsterdam es una ciudad diseñada para pasear donde los coches parecen objetos anacrónicos destinados a desaparecer. Los tranvías, los peatones y los ciclistas son los amos de la calle. Y además cuenta con grandes museos que albergan algunas de las colecciones más importantes del mundo, bellos edificios del siglo XVII... y sus canales.
La mayoría de las ciudades del mundo están concebidas para los coches, a los que se dedica la mayor parte del espacio público. Es probable que con el tiempo las cosas cambien. Quizá algún día sentemos la cabeza y decidamos diseñarlas a la medida de los peatones. Llegado ese momento los barrios del centro de Ámsterdam podrían servir de ejemplo. Hay coches, sí, pero casi parecen objetos anacrónicos destinados a desaparecer, como los buzones o las cabinas telefónicas. Los tranvías, los peatones y los ciclistas son los amos de la calle. Predominan las vías peatonales y las amplias aceras, abundan los carriles-bici, hay numerosos espacios verdes y, para redondear la estampa, están los preciosos canales.
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