Nuestra época está marcada por fenómenos globales que provocan
una crisis tras otra. Confiamos en que sería posible salir de éstas y que
cada generación vivirá mejor que la anterior, pero la inestabilidad en
los ámbitos ha generado un malestar creciente y constante. Vivimos
en una «crisis permanente» y las viejas ideas de desarrollo se muestran
incapaces de lograr soluciones efectivas o perdurables. Este concepto
renovado, que aparece en escritos contemporáneos de Koselleck, Ricoeur,
Beck o Bauman, no sólo nos exige su comprensión, sino que
nos obliga a un cambio en la manera de pensar y actuar. En la línea de
Jean-Marie Guyau, Jordi Riba analiza la idea de «crisis permanente»
como un motor de cambio positivo, sin necesidad de romper con el
modelo democrático. La democracia es un proceso sin fin, pero precisa
ser renovada por la acción ciudadana. No hay democracia sin crisis
y aquella no se sostiene sin el ejercicio fraterno de sus componentes.
La metáfora de la fraternidad integradora y huérfana de liderazgos
ilustra la situación en la que la humanidad se encuentra y sobre la que
es posible levantar un nuevo proyecto de modernidad y convivencia
solidarias.
AUTOR
Jordi Riba
Es profesor de filosofía de la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador asociado
en el Laboratorio «Logiques contemporaines de la philosophie» de la Université Paris 8.
Sus temas de investigación son el papel de los individuos en la renovación democrática y su
articulación filosófica. Ha publicado en diversos países europeos y de América. Entre sus
últimos libros: Republicanismo sin república (2015). Como editor destacan La fraternité révéillée
(2016), Aporías de la democracia (2018), Alain Badiou: Allò polític i la política (2018);
y la traducción del libro de Miguel Abensour, La democracia contra el Estado (2017).
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